Mientras duerme, Candy sueña que Annie vuelve. Annie está vestida lindamente y le dice a Candy que ha regresado. Las dos están en una pradera llena de flores y se abrazan. Candy se despierta y se da cuenta que era sólo un sueño. Todos los días Candy va a encontrar al cartero para ver si le ha llegado carta de Annie. El cartero le dice que no. Pero Candy no se resigna. Ella cree que el cartero puede equivocarse entonces le quita la maleta para buscar ella misma. Todas las cartas se riegan y el cartero no sabe ni qué hacer. Las próximas veces que va al hogar, deja la bolsa escondida para que Candy y los niños no puedan quitársela. Pero una noche mientras Candy está en un árbol meditando, el cartero llega al hogar. Candy le comenta que es de noche y el cartero dice que quiere que Candy vea dentro de la bolsa. Candy se pone nerviosa y no puede creerlo. En la carta Annie le cuenta a Candy que es muy feliz. Candy visualiza la mansión en la que vive Annie y las fiestas que hacen. Annie le dice a Candy que le va a preguntar a sus papás a ver si Candy la puede ir a visitar. Candy se siente contenta de que Annie sea feliz y le contesta la carta. Una de las sirvientas le da la carta a Annie. Annie está contenta de recibirla. En eso, entra la sra. Britter y le pregunta que si esa es carta de Candy. Annie le dice que sí. La sra. Britter le dice a Annie que debe olvidarse de Candy y del hogar de Pony porque la alta sociedad piensa que ellos la adoptaron de un familiar. A Annie se le quiebra el corazón. Pero mucho más triste se siente Candy al recibir la carta de Annie diciéndole que ya no puede tener contacto con ella. Candy corre por la colina de Pony bajo la lluvia hasta caerse. Después de unos minutos de estar allí en el zacate, deja de llover. Candy escucha el sonido de una gaita y mira en esa dirección. El que la toca es un muchacho rubio de ojos azules muy apuesto. Candy queda maravillada con el joven que además de guapo es muy amable. Candy le pregunta por qué trae falda y él le explica que es el traje típico de Escosia. Candy le dice que ese instrumento suena como caracoles arrastrándose. Los dos ríen de buena gana y el muchacho le dice a Candy que se ve mas linda cuando ríe que cuando llora. Candy se siente apenada de que la había visto llorar. El viento se lleva la carta de Annie y en lo que Candy la va a recoger el joven desaparece dejando en su lugar un prendedor muy bonito con la letra “A”. Candy piensa que el joven parecía un príncipe y recoge el prendedor. Candy se devuelve al hogar de Pony. De camino se encuentra a una señora con su hija pequeña. La señora le comenta a Candy que iba a dejar a la niña en el hogar para ella poder trabajar pero que la srita. Pony le dijo que tenía demasiados niños y no podía hacerse cargo de otro. Candy siente pena por la señora. Cuando Candy llega al hogar ve un carro parqueado con la misma insignia del prendedor del príncipe. Candy entra y está un señor hablando con la hna. María y la srita. Pony. Ellas le explican que el señor viene de parte de la familia Leegan, una de las familias más ricas de América. El padre de familia quiere adoptar una niña y ha enviado a su representante, Steward, al hogar. La srita. Pony le pregunta a Candy si desea irse con esta familia. Candy les pregunta que si Annie vive cerca y le dicen que sí. Candy, recordando que la insignia del príncipe y la del auto de la familia que quiere adoptarla es igual (Candy no se fijó que la del príncipe tiene una letra “A” y la del auto una “L”) pregunta si en esta familia hay un muchacho como de 17 años de edad. Steward le dice que hay un hijo. Candy acepta de inmediato a pesar de que la hna. María y la srita. Pony le piden que lo piense bien. Candy sale corriendo a alcanzar a la señora con la niña que había visto más temprano. Logra alcanzarla y le dice que se devuelva al hogar porque va a quedar un campo. Candy le dice que acaban de adoptar a una niña la cual será muy feliz con su nueva familia. La señora le pregunta quién es esa niña y Candy dice que es ella.