Tras la revolución de 1868 se definió la forma de gobierno como monarquía constitucional. Encontrar un nuevo rey no fue tarea fácil. En lugar de volver a la dinastía reinante en España hasta 1868, se optó por una forma más novedosa, la elección por las Cortes del futuro rey de España. Finalmente se eligió la figura de un príncipe italiano, Amadeo de Saboya, duque de Aosta. Pero al llegar a España se encontró con el desapego generalizado del pueblo, que no le consideraba un rey legítimo. A lo que se sumaba el total desconocimiento de la cultura y costumbres del país que tenía que regir. Finalmente, y tras dos años de reinado condicionados por la inestabilidad política española, Amadeo decidió abandonar el cargo y el país, proclamándose de manera oficial, la Primera República Española.